Como todo, el suf también tiene un comienzo. Siempre lo ves en sitios que piensas "ojalá hubiera de eso donde yo vivo", a través de la televisión podemos ver muchos sitios en donde se puede practicar este deporte. En realidad donde haya mar habrá surf, las ganas de probarlo y de introducirte en este mundillo es cosa tuya.
Cada vez estás más interesado en el tema y no puedes quitártelo de la cabeza. Intentas ver más reportajes por la tele y buscas información por Internet de cómo es este deporte, lo que necesitas, si crees que eres apto o apta para ello, si en tu playa se podría practicar, de cuanto dinero estaríamos hablando, ¿miedo? ...
Son muchas las dudas que generan el introducirse en algo novedoso y que requiere un gran esfuerzo físico, psíquico y económico. No es como comprarte unas zapatillas nuevas o algo de ropa, va más allá, es algo mucho más profundo que lo que denominamos algo cotidiano, ya que los beneficios que aporta son algo que no hemos vivido jamás en nuestras vidas. Un conjunto de sensaciones que, desde el primer momento que las sientes, no se te olvidarán jamás y lo peor de todo es que cada vez quieres tener más.
Pero antes de nada hay que tomar una decisión muy importante ya que no todo es beneficio. El surf puede aportarnos muchos malos tragos en numerosas ocasiones, seas principiante o experto, eso da igual, jugamos con la naturaleza y no estamos acostumbrados a su agresividad ni a su forma de actuar. Puedes coger muchas olas pero nunca volverás a coger una igual el resto de tu vida, por lo que nos está avisando de que no nos confiemos de nuestros movimientos ya que cada situación es diferente.
Una vez mentalizados, solo nos queda preparar nuestro cuerpo y mente para recibir toda esa información en cada ola que cabalguemos, pero nunca con esperanzas de que todo va a salir bien ya que la naturaleza juega con nosotros al igual que nosotros jugamos con ella.
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