Secuencias que se convierten en círculos cerrados, una rutina de sucesos encadenados, sucesivos pero que no siempre sugieren o forman el mismo orden que, digamos, la vuelta anterior; donde dijimos "...a partir de mañana será distinto" hasta el próximo "...a partir de mañana será distinto". Es ese ciclo donde conviven acciones pasadas que formarán parte del presente, en la próxima estación y que sin quererlo o queriendo, las volvemos a vivir.
A veces las buscamos, otras veces nos tropezamos con ellas. Muchas veces nos alegramos y sonreímos con la mirada perdida mientras alguien nos pregunta en qué estamos pensando.
¿Es inevitable sortear estos ciclos? ¿cómo salimos de aquí? ¿realmente queremos salir?
Algunos se dan cuenta de que están llegando al final de un ciclo o serie, lo notan en el ambiente, en su forma de pensar o en la capacidad de recibir, a través de los sentidos, cualquier aspecto de la vida cotidiana.
Digamos que es una sensación de empequeñecimiento del entorno; todo a tu alrededor lo ves a corta distancia, sabes cómo va a terminar una conversación e incluso puedes imaginarte cómo será de mayor la niña que está, ahora mismo, cruzando por la calle.
No es cuestión de romper con la rutina, obligarte a hacer algo nuevo cada día porque si que es cierto que a veces, cuando volvemos a algo por segunda o tercera vez nos sentimos más cómodos y puede que lo disfrutemos el doble.
Pero entonces ¿qué quiere decir esta sensación?
A lo mejor hicimos algo mal en ese ciclo y queremos volver a empezar para mejorar; puede que nos haya gustado tanto ese círculo de acciones y vivencias que queremos volver a vivirlo. Pero es curioso puesto que lo hacemos de manera inconsciente.
Dicho esto, ¿cuántos ciclos llevaremos cada uno?
Pueden hacerse mas grandes o más pequeños, dependiendo de si ganamos acciones o momentos o si, por el contrario, nos deshacemos de todo aquello que no queremos volver a saber nada; como un mal recuerdo de una vivencia. La hemos aprendido, sabemos cómo se produce, sabemos cómo termina pero no nos gusta el resultado; la eliminamos (si es posible) y no formará parte de los próximos ciclos.
Es posible que cuando muramos salgamos de este circuito cerrado, aunque ya se sabe que no se sabe nada después de salir de este gran círculo; este gran círculo de círculos mas pequeños en el cual no sabemos ni el significado del color azul después de decir por última vez "...a partir de mañana será distinto".
[...]
Siempre que se termina y empieza un círculo, me dan ganas de escuchar la canción Wonderwall, de Oasis.
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